“En
una economía internacionalizada cada vez más abierta, la competitividad es un factor clave
y decisivo: no habrá generación de empleo y crecimiento de forma relevante sin
competitividad. Es la forma de asegurar una economía sólida en un marco
global.”
Andrés Pedreño Muñoz – Instituto de Economía
Internacional- Universidad de Alicante
Todo gerente
en la actualidad debe establecer adecuadamente las ventajas competitivas en sus
productos o servicios, de modo que le permitan no sólo mantenerse en los
mercados actuales, sino además que le faciliten el logro de otros nuevos. Hoy,
ante la dinámica de una competencia muy agresiva, es necesario saber
diferenciar bien los productos y preocuparse por desarrollar aquellas ventajas
competitivas que permitan penetrar en la comercialización mundial en la que se
dan grandes oportunidades, pero también muchas amenazas.
Las empresas
deben enfocarse en incluir en sus modelos administrativos estrategias de
productividad, calidad total, ventajas competitivas, cadena de valor e
innovación, que estén enfocadas al alcance diario de la competitividad. Estos factores o estrategias ayudan a medir
que tan competitiva puede ser una organización o empresa frente a un mercado
nacional e internacional. Las empresas tienen que estar en constante cambio
para afrontar el mundo de la globalización y determinar que tan competitiva o
no pude ser en el mercado.
El paso de apertura económica que viven actualmente
los países, es una voz de alerta a las empresas para adoptar y desarrollar
alternativas en un avance continuo e integrarlas competitivamente a mercados
nacionales e internacionales.
La información y el conocimiento son hoy en día el
corazón de la nueva economía, caracterizada por la globalización y el uso de las
nuevas tecnologías.
Esto es así desde el instante en que la economía acierta en
el talento humano su base para la competitividad. Un talento contenido en un nuevo
trabajador auto-programable, flexible, técnicamente equipado y bien formado para
adaptarse a diferentes tareas,
contextos y necesidades (Castells, 2000).
Por tanto, no es el conocimiento en sí mismo, sino el
conocimiento provisto (nuevas tecnologías), integrado y formado en una
organización el que se convierte en ventaja competitiva.
Conocimiento y globalización son
dos conceptos cada vez más estrechamente ligados entre sí de forma relevante. Y
lo son porque interactúan de forma decisiva en torno a la competitividad
de las empresas y, por ende, de los sistemas económicos de los países
o de las regiones en general.
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