domingo, 6 de marzo de 2016


En una economía internacionalizada cada vez más abierta, la competitividad es un factor clave y decisivo: no habrá generación de empleo y crecimiento de forma relevante sin competitividad. Es la forma de asegurar una economía sólida en un marco global.”

Andrés Pedreño Muñoz – Instituto de Economía Internacional- Universidad de Alicante





Todo gerente en la actualidad debe establecer adecuadamente las ventajas competitivas en sus productos o servicios, de modo que le permitan no sólo mantenerse en los mercados actuales, sino además que le faciliten el logro de otros nuevos. Hoy, ante la dinámica de una competencia muy agresiva, es necesario saber diferenciar bien los productos y preocuparse por desarrollar aquellas ventajas competitivas que permitan penetrar en la comercialización mundial en la que se dan grandes oportunidades, pero también muchas amenazas.

Las empresas deben enfocarse en incluir en sus modelos administrativos estrategias de productividad, calidad total, ventajas competitivas, cadena de valor e innovación, que estén enfocadas al alcance diario de la competitividad.  Estos factores o estrategias ayudan a medir que tan competitiva puede ser una organización o empresa frente a un mercado nacional e internacional. Las empresas tienen que estar en constante cambio para afrontar el mundo de la globalización y determinar que tan competitiva o no pude ser en el mercado.
El paso de apertura económica que viven actualmente los países, es una voz de alerta a las empresas para adoptar y desarrollar alternativas en un avance continuo e integrarlas competitivamente a mercados nacionales e internacionales.


La información y el conocimiento son hoy en día el corazón de la nueva economía, caracterizada por la globalización y el uso de las nuevas tecnologías. 

Esto es así desde el instante en que la economía acierta en el talento humano su base para la competitividad. Un talento contenido en un nuevo trabajador auto-programable, flexible, técnicamente equipado y bien formado para adaptarse a diferentes tareas,
contextos y necesidades (Castells, 2000).

Por tanto, no es el conocimiento en sí mismo, sino el conocimiento provisto (nuevas tecnologías), integrado y formado en una organización el que se convierte en ventaja competitiva.


Conocimiento y globalización son dos conceptos cada vez más estrechamente ligados entre sí de forma relevante. Y lo son porque interactúan de forma decisiva en torno a la competitividad de las empresas y, por ende, de los sistemas económicos de los países o de las regiones en general.



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